Caminar por las calles de la Ciudad de México abre el apetito. El aroma del maíz en forma de tortilla o tlacoyo, el siseo del suadero o los vapores de los esquites con perfume a epazote invitan a probar, descubrir y confirmar que en la metrópoli que lo tiene todo, se come muy bien a pie de calle.
Quizá sea porque siempre llevamos prisa, porque el hambre y el antojo son intrínsecos a nuestra cultura o porque las distancias son enormes, que los chilangos estamos acostumbrados a comer sentados (cuando hay tiempo), de pie (cuando hay que apurarnos) o caminando (cuando la prisa gana), aprovechando cualquier puesto de lámina, sombrilla con una mesa de plástico enfrente o portal con las puertas abiertas,
para probar un menú que incluye todo tipo de platillos que cambian a lo largo de las 24 horas del día.
Esta guía, valga la expresión, es «una probadita» de la magnífica riqueza y sabrosura que ofrece nuestra comida callejera, el antojo de salir a la calle para descubrir un nuevo puesto que sacie nuestra hambre y curiosidad,
apapachar nuestro apetito desde las primeras horas de la mañana o se desvelan para saciar las ganas de tacos de los noctámbulos.
Pásale y, ¡provechito!
Nathalie Desplas
Secretaria de Turismo de la Ciudad de México