La CDMX es la capital de la comida infinita y es normal que no sepas qué, dónde y cómo comer, pero existen las reglas no escritas que ayudan y mejoran la experiencia de taquear a pie de banqueta. Síguelas y descubre las propias.

Si huele bien y se te antoja, ¡ahí es! También checa que todo esté limpio y fresco: carne en buen estado, limones frescos y cocineros que no manejen dinero con las manos sin guantes. Si hay mucha gente o fila, ¡confía! Usa tu instinto y sentido común.

Conoce tu quesadilla. En la CDMX la quesadilla puede o no llevar queso, así que especifica cómo la quieres a la hora ordenar (¡con queso, siempre con queso!).

Si pides tacos de tripa, que estén bien dorados. Para suadero, asegúrate de que sea en trozo y no pedacería. Los tacos al pastor deben verse jugosos y morenitos por fuera. Si hace mucho calor, evita los mariscos. Dicen que comer de pie es mejor porque cabe más. Y, la ley máxima: los tacos se piden de a dos o máximo tres para que no se enfríen. 

Por último, sé un buen comensal: no te metas en la fila, no toques tu comida con la cuchara de la salsa, sede el banquito a quien lo necesite más, nunca pidas fiado y deja propina si te trataron bonito. Ah, ¡y pasa la voz! El arte de comer como chilango nace de la recomendación del amigo, la prima, el colega. Sé parte de la cadena de sabiduría popular y recuerda que lo mejor de la comida callejera es su capacidad para crear comunidad en una ciudad gigante y a veces, enajenante.