En la CDMX sabemos que una quesadilla puede o no llevar queso. También sabemos que el quesillo deshebrado es el mejor para derretirse a fuego lento en el comal y que quizá el mejor relleno quesadillero es el chicharrón prensado, con su profundo sabor redondo. El sope y el tlacoyo, aunque podrían parecerse, tienen su propio encanto; al igual que los huaraches, los machetes, las gorditas, las petroleras y todos los parientes del taco que cohabitan en un comal, ese círculo de vida donde nació el árbol genealógico de la tortilla, la matriarca de la gastronomía callejera. De él siguen desprendiéndose posibilidades hechas de maíz con queso, salsa, jardín, crema, lechuga y guisados. El comal nos alimenta bajo sombrillas o techos de mercados, pero no solo no llenan la panza, también nutre nuestra identidad chilanga.
José Martí 173, Escandón, Miguel Hidalgo (en el mercado)
Martes a domingo de 9 a 16 horas
729 236 3367
Tiziano 3, Mixcoac, Benito Juárez (en el mercado)
Diario de 7 a 20 horas