El río Magdalena, único cuerpo de agua viva que todavía existe en la ciudad, nace rodeado por bosques de oyameles y pinos que crecen sobre impresionantes cañadas. Se encuentra en el Parque Nacional Los Dinamos, donde se instalaron cuatro generadores de energía en el siglo XIX para abastecer a las fábricas de papel y textiles que existían en el sur de la capital. Ahora, en sus más de 2 000 hectáreas, puedes recorrer 26 kilómetros de senderos, seguir el río, comer unas quesadillas o beber un atolito, buscar hongos en temporada de lluvias o caminar hasta el cuarto dinamo, el más alejado, y obtener como recompensa por tu esfuerzo la vista de una cañada cubierta de árboles desde el mirador de La Coconetla. Vale la pena ir temprano, porque al caminar escuchando únicamente el sonido de tus pasos o el canto de las aves, descubrirás la importancia de este paraje como pulmón para la metrópoli y querrás volver a visitarlo.